miércoles, 3 de junio de 2015

HUAITRO; EL JOVEN WEICHAFE, 3ERA PARTE



Historias de un guerrero

Venganza 

         
         Nuevamente los mapuches se desplazaron de noche, con la buena fortuna, que la luna iluminaba su camino, así al amanecer del tercer día, estaban en las aguas de Millaray, en su camino se habían juntado mas  weichafes y conas, ya su número era de un centenar, el grueso de sus fuerzas acampo en medio de un Monte de Coihues  mientras que los Lonkos, mas algunos exploradores y sus mejores weichafes se movieron sigilosos hacia el  campamento huinca, ahí estaban en medio de un pampa a orillas del rio, algunos estaban borrachos, tendidos en el suelo, vieron también con pena algunas domo muertas cerca de las tiendas, sin embargo a pesar de su borrachera, estaban prevenidos de ataques, empalizadas rodeaban su centro, habían vigías custodiando, los trabucos estaban armados cerca de las tiendas, además de varias docenas de yanaconas (tropas indígenas auxiliares de  los españoles) por algunos minutos Curaqueo conto a los que se podían divisar, unos 70 hombres, seguramente otros más estarían descansado dentro de las tiendas. Huaitro en tanto apretaba con furia la rama del árbol en la se parapetaba, Curaqueo lo vio y le hizo señas de que se calmara, los podía delatar
         Volvieron hasta sus camaradas y contaron lo que vieron, entonces Curaqueo explico su plan, atacarían al anochecer, ayudados por la luna llena que les daba buena visibilidad,  se dividirían en tres escuadrones rodeando el campamento, arrinconándolos contra el rio que no podrían cruzar con sus armaduras metálicas, Curaqueo y su gente tendría el honor de empezar la contienda, por mientras establecerían campamento a su alrededor para evitar que alguno escape, y descansarían dejando vigías por las posibles rutas de escape.
         Al anochecer del tercer día, el monte empezó rugir como si mil demonios se acercaran, eran los mapuches, que aullando y cantando himnos de guerra se acercaban al campamento. Los huincas  y yanaconas salieron espantados de sus tiendas algunos poniéndose la ropa aun, sabían bien de que se trataba, pero ya era tarde a unos cien metros galopaban los weichafes, lanzas en ristre; la lucha había empezado, tomaron sus armas e hicieron fuego muchos jóvenes weichafes  cayeron, pero eso no detuvo la  masa de hombres y caballos que se les venía encimas, más aun, los trabucos que eran útiles armas capaces de matar a muchos enemigos, eran lentas de recargar y en tal corta distancias no había tiempo para eso, así que rápidamente  se hicieron de sus lanza y espadas para defenderse del ataque, las fuerzas eran parejas, casi un centenar de huincas y yanaconas contra un poco más de un centenar de mapuches, así que los Huincas se atrincheraron detrás de la empalizada, mientras su alrededor los mapuches lanceaban a los que no pudieron esconderse en su trinchera, a la media hora de lucha, las cosas iban parejas mientras los cuerpos se iban amontonándose en el campo de batalla, Los hermanos Huaitro luchaban  montados, a orillas del ríos, enfrente de ellos tenían a unos cuatro huincas también montados rodeándolos, pero los jóvenes conas eran más flexibles y livianos que sus oponentes; limitados por los corazas, Huaitro  asesto con su lanza una certera estocada por el lado de un jinete, que emitió un sordo quejido de muerte cayendo en medio de la refriega, en tanto a su hermano protegía su espalda, los huincas que quedaban se revolvían en sus monturas lanceándolos, así que el mayor de los hermanos arrojo su lanza y le asesto en la frente del segundo jinete, al mismo tiempo que tomo su maza y se acerco decido al  3er huinca, golpeándolo en el pecho rudamente, mientras su espalda su hermano menor daba cuenta del cuarto jinete de otro certeza estocada en el cuello, no sin antes recibir  un lanzazo en la pierna, el grito de dolor de su hermano hizo que se descuidara y el huinca pudiera salvarse, arrancando entre sus líneas.
        Rápidamente Huaitro retiro a su hermano y su montura  de la lucha, en los lindes del monte reviso su herida, allí varios otros  weichafes y conas heridos  durante el combate, la pierna sangraba abundantemente, pero por fortuna no había sido una herida mayor, por lo que  vendo y comprimió la herida –Quédate aquí le dijo –debo regresar a ayudar, si la lucha se ve mal para nosotros huye- al menos unos de nosotros deberá sobrevivir para vengar a nuestra familia. Asintió con la cabeza mientras veían volver a su hermano mayor a la batalla, que eran un infierno sombrío, de hombres matándose, por toda aquella pampa, bajo una luna lúgubre.

         Curaqueo comprendió que si bien tenían algo de ventaja numérica la empalizada, era un obstáculo que impedía acercarse a los huincas, mientras ellos utilizaban ballestas, flechas y trabucos  desde sus posiciones, lo cual le había causado bastante bajas, así ordeno lacear las empalizadas, abriendo varios boquetes por donde pudieron ingresar los mocetones, desde ahí en adelante la lucha se hizo aun más cruenta, por unos de ellos ingreso Huaitro atropellando a unos cuantos huincas con su montura, saltando después sobre otros con su maza en la mano, quebrando el cráneo de un primero que estaba sin casco y rompiendo la quijada de otro.

Continuara...

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